Cómo motivar a tus hijos
La RAE define motivación como el conjunto de factores internos o externos que determinan en parte las acciones de una persona. En otras palabras, es la determinación que tenemos a la hora de alcanzar un objetivo o de realizar determinadas acciones. Si tenemos en cuenta esta definición podemos ver que la motivación, en este caso de los niños y adolescentes, va a depender de ellos mismos pero también de factores externos y estos factores externos podemos ser los adultos que compartimos tiempo con ellos.
Todos sabemos las dificultades que, como padres y como hijos, entraña la adolescencia, siendo esta, una etapa de crecimiento donde, los jóvenes pasan por muchos cambios físicos y emocionales que afectan directamente a sus actitudes, autoestima y motivación en muchos ámbitos de su vida.
En este punto aparecen preguntas como: ¿afectan mis actitudes o mis palabras a la motivación o autoestima de mis hijos?, ¿no consigo comprender que le pasa y empatizar con él? ¿ qué puedo hacer para motivar a los niños y adolescentes en su día a día? Los adultos tenemos una parte de responsabilidad en crear un ambiente favorable y que permita a los más pequeños ser perseverantes y trabajar para la consecución de sus objetivos.
Teniendo esto en cuenta, debemos evitar algunas situaciones y favorecer otras. Por ello, en este post vamos a presentar una serie de estrategias que faciliten la comunicación y la comprensión de los más pequeños para poder ayudarles en esta etapa de crecimiento personal y lograr así que encuentren una mayor motivación en sus actividades diarias escolares y personales.
Errores más comunes que cometemos los adultos:
- Afirmar categóricamente. Cuando hacemos una afirmación categórica a un menor estamos resaltando que siempre actúa de una determinada manera y no le dejamos espacio para el cambio por tanto, no cambiará sus actitudes. Un ejemplo de esto son las expresiones: “eres un desastre” o “eres un vago”.
- Las comparaciones. Los adultos tendemos a comparar a unos niños con otros y no nos damos cuenta que cada niño es un mundo y no debemos hacerlo menos capaz que a otro niño. Las comparativas solo consiguen minar la autoestima del niño.
- Expresar mensajes de desesperanza, desprecio o rechazo: con estos mensajes transmitimos que no tenemos confianza en ellos y en sus progresos y creamos inseguridades.
- Evitar la generalización, es decir, evitar el “siempre” y el “nunca”. Las generalizaciones implican recriminar algo y suponen que la persona que las recibe se ponga a la defensiva.

Si crees que cometes muchos de estos errores, a continuación proponemos otras estrategias que permiten mejorar la forma de comunicación y fomentar la autoestima de los más jóvenes evitando de este modo el efecto negativo que causan los errores mencionados arriba.
- Tener expectativas adecuadas. Debemos creer en nuestros hijos y en sus posibilidades pero siempre desde un punto de vista realista. Si nos excedemos en las exigencias podemos generar sensaciones de frustración e incapacidad en los niños. Además, debemos ser tolerantes con los errores puesto que forman parte del aprendizaje.
- Negociar y no imponer. Debemos tener en cuenta que en determinadas situaciones simplemente les vamos a negar las peticiones que nos proponen, pero en otras muchas es posible negociar y llegar a algún tipo de acuerdo que sea adecuado para ambas partes.
- Evitar dramatizar el hecho de que se niegue a estudiar. Insistir demasiado suele ser contraproducente, es más productivo no entrar en ese juego pero si avisarles que si no cumplen con su responsabilidad, habrá una consecuencia negativa.
- Validar sus sentimientos evitando que se sientan incomprendidos. Debemos reflexionar sobre las emociones preguntar porque se siente así y gestionarlas de la mejor manera posible.
- Ayudarles a fijar metas y objetivos de manera correcta. Recordando que estas deben ser reales, asumibles y lo más concretas posible para no caer en la desmotivación por no lograr cumplirlas.
- Escucharles y dejarles espacio para que puedan expresar su opinión.
- Dejarles asumir responsabilidades y fomentar sus intereses.
- Valorar el esfuerzo y no únicamente los logros.
- Ayudarles a descubrir que el aprendizaje no solo reside en los libros. Reinventarse y revelar nuevas formas de aprender y acceder al conocimiento.
En el día a día, bien sea por la falta de tiempo o por el estrés familiar muchas veces de valorar los logros de nuestros hijos y de elogiarlos pero debemos recordar que se encuentran en una etapa de crecimiento personal muy importante y llena de altibajos donde necesitan la comprensión y el cariño de las personas que son referentes para ellos. Por ello, no debemos olvidar tener unas palabras de aliento para ellos cuando sea necesario: “tu puedes”, “estoy orgulloso de ti”, “se que eres capaz”, “lo harás muy bien” o “confío en ti” son palabras que los niños siempre agradecen y que les ayuda en su autoestima.