Desarrollo positivo adolescente
La familia es el principal contexto de desarrollo humano y las relaciones que se establecen son determinantes del bienestar de sus miembros. Así, la familia es es un verdadero sistema formado por personas que interactúan entre sí y que están sometidos a procesos de cambio y evolución.
Cuando llega la adolescencia de los hijos y las hijas se produce uno de los momentos de transición más importantes del ciclo familiar y para llegar a entenderlo, se debe tener en cuenta que este periodo esta lleno de transformaciones en la vida de los adolescentes y normalmente también se producen vaivenes para sus padres.
Durante los años de la adolescencia se da la conjunción de un elevado número de trasformaciones de los miembros de la familia que, evidentemente, pueden provocar inestabilidad y dificultades en el sistema familiar.
No obstante, a pesar de los
cambios en las relaciones familiares durante la adolescencia, la familia sigue resultando fundamental para el desarrollo durante estos años y lo que hacen padres y madres, o no hacen, repercute en el bienestar de sus hijas e hijos.
Las características familiares que se han mostrado como más relacionadas con el desarrollo positivo adolescente, constituyéndose como importantes activos o recursos familiares que deben ser promovidos son los siguientes:
La comunicación familiar:
Hay un momento entre la infancia y la adolescencia en la que la comunicación entre los hijos e hijas y sus madres y padres se deteriora: pasan menos tiempo interactuando juntos, los adolescentes hablan menos de sus asuntos espontáneamente, las interrupciones a sus madres y padres se hacen más frecuentes y la comunicación se hace más difícil, corroborado por estudios evolutivos sobre comunicación familiar.
Los padres deben promover unos adecuados patrones de comunicación para el buen funcionamiento del hogar, pues la comunicación es un activo central para el desarrollo adolescente.
Una comunicación positiva entre los chicos y chicas y sus madres y padres se relaciona con una mayor satisfacción familiar y una menor tasa de conflictos, al mismo tiempo que facilita el desarrollo de cohesión entre los miembros de la familia y genera formas más flexibles de resolver las situaciones difíciles.
También esta relacionada con una mejor autoestima, sentimientos de salud y bienestar y estrategias más adecuadas
de afrontamiento de las dificultades.

La cohesión familiar y el afecto:
Los adolescentes que mantienen relaciones cercanas, cálidas y afectuosas con sus padres manifiestan mayor bienestar emocional y un ajuste más positivo, una elevada competencia conductual y académica, mejor autoestima, menos síntomas depresivos, mayor seguridad emocional y madurez psicosocial que los protegen ante conductas problemáticas como el consumo de drogas o el comportamiento antisocial.
Una buena relación de calidez, carino y afecto contribuye a que todo lo que tanto la madre como el padre representan, sus valores y conductas, sean más atractivos para sus hijos, lo que aumenta el poder de influencia de la familia haciendo a los
jóvenes más permeables a la supervisión y asesoramiento parental.
El control parental:
El establecimiento de límites y normas y la existencia de un buen control parental se asocia a mayores niveles de competencia en los hijos e hijas adolescentes.
El control parental influye directamente sobre el desarrollo de los hijos, sobre todo previniendo la aparición de problemas de conducta.
Así, cuando los padres establecen normas claras, cuando chicas y chicos saben que existen límites y conocen
donde se encuentran, es más fácil que se mantengan alejados de iguales conflictivos y de actividades de riesgo.
La supervisión de la conducta y la regulación del comportamiento serían aspectos fundamentales para el bienestar de hijas e hijos, no sólo durante la infancia, sino también durante la adolescencia.
Si sientes que en tu hogar el establecimiento de límites y normas y el control parental no los lleváis bien a cabo o no entendéis que falla, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.