Se califica cómo dolor crónico aquél que persiste más de tres meses. Bajo la calificación de dolor crónico se suelen englobar diversas patologías como lumbalgia, fibromialgia, artrosis y cefaleas, en las que la psicología actual está trabajando de forma importante para la determinación de los factores psicológicos implicados en su desarrollo, mantenimiento, cronificación, tratamiento y/o recuperación.
El dolor es una de las causas de incapacidad más frecuentes y una de las razones que con mayor asiduidad llevan al individuo a buscar cuidados médicos.
Aunque no hay unanimidad en los resultados de las diferentes líneas de investigación, sí que la hay al considerar que el problema del dolor debe ser abordado desde una perspectiva multidimensional.
¿Por qué se produce el dolor crónico?
El dolor es un fenómeno complejo resultante de la interacción de componentes sensoriales, cognitivos y afectivos.
Por tanto, el dolor crónico puede ser debido a la nocicepción, a causas psicológicas o a fenómenos puramente conductuales basados en el aprendizaje.
Entre los numerosos factores psicológicos que pueden afectar al dolor destacan:
Los pensamientos y emociones pueden influir directamente sobre las respuestas fisiológicas; así por ejemplo, los pensamientos estresantes pueden conducir al dolor en las partes del cuerpo que son vulnerables.
Los factores psicológicos afectan también al enfrentamiento del dolor, con aspectos como los sentimientos de indefensión que pueden incrementar el dolor, o las interacciones con otras personas que pueden reforzarlo.
El interés por la contribución de los factores psicológicos a la experiencia dolorosa ha traído consigo el desarrollo y la aplicación de múltiples técnicas, siendo característica común de las diferentes aproximaciones la consideración del dolor como un trastorno multideterminado
Por lo que se aconseja un tratamiento interdisciplinar, en el que colaboren conjuntamente médicos, fisioterapeutas, asistentes sociales, psicólogos,…

Técnicas de tratamiento en terapia para el dolor crónico
1. Terapia cognitivo-conductual
Dentro de las terapias psicológicas para el dolor crónico, las técnicas cognitivo-conductuales son las más empleadas y han demostrado ser efectivas.
En general, los estudios sobre técnicas cognitivo-conductuales comparan la evolución de un grupo de pacientes tratados con esas técnicas y tratamientos médicos habituales, con la de otro grupo de pacientes tratado exclusivamente con dichas terapias médicas.
Por tanto, los resultados de esos estudios reflejan el efecto adicional que esas técnicas obtienen como coadyuvante de los procedimientos médicos.
Los pacientes tratados conjuntamente con ambas técnicas (médica y psicológica) muestran una mayor reducción del dolor, de la incapacidad y de los estados de ánimo negativos.
2. Relajación
La relajación como técnica para tratar a pacientes con dolor crónico puede utilizarse de forma aislada o dentro de una terapia cognitivo-conductual. Los dos tipos más empleados son la relajación progresiva de Jacobson y el entrenamiento autógeno de Schultz.
La aplicación de esta técnica en sujetos con dolor se fundamenta en la idea de que el dolor provoca tensión y frecuentemente ansiedad, lo cual puede a su vez aumentar el dolor.
3. Terapia de aceptación y compromiso
La terapia de aceptación y compromiso se basa, como su nombre indica, en aceptar el sufrimiento, y por tanto en dejar a un lado la evitación como estrategia de afrontamiento, y en comprometerse con los valores u objetivos vitales.
Este tipo de terapia se ha empleado en diversas patologías y, entre ellas, el dolor crónico. Dado que, como ya hemos comentado anteriormente, la evitación es una estrategia común entre los pacientes que sufren dolor, la aplicación de esta terapia parece muy indicada.
De hecho, se ha comprobado que los pacientes que aceptan más su dolor son los que puntúan más bajo en intensidad de dolor, presentan menos emociones negativas y disfrutan de una mayor calidad de vida.
Algunos estudios apuntan la efectividad de la terapia de aceptación y compromiso en pacientes con dolor crónico. Con todo, la evidencia actual todavía es escasa para afirmar su efectividad en este campo.
4. Mindfulness
El término Mindfulness suele traducirse como atención y conciencia plena.
La filosofía de esta terapia se basa principalmente en vivir el presente, en estar atento a lo que sucede sin juzgar, ni interpretar.
En otras palabras, se fundamenta en aceptar la realidad tal como es. De hecho, en algunas ocasiones se considera como una técnica de otras terapias como la terapia de aceptación y compromiso.
Dentro de esta filosofía, una de las técnicas más empleadas es la meditación o la atención a estímulos internos o externos. Puede considerarse como una técnica de focalización de la atención.
La aplicación de la misma en pacientes con dolor crónico se basa en la idea de que puede ayudarles a aceptar el dolor y por tanto reducir la evitación, y a tener más control sobre sus procesos atencionales tan ligados a la percepción del dolor.
De hecho, cuando se evalúa el mindfulness como una capacidad o rasgo de personalidad correlaciona con el dolor. Las personas que puntúan más alto en mindfulness sienten menos dolor, presentan una mayor calidad de vida y sufren menos emociones negativas.
5. Escritura emocional
Una nueva técnica que se está empezando a emplear dentro del campo del dolor crónico es la escritura emocional.
Su máximo representante es Pennebaker. En 1986 realizó su primer estudio donde demostró que los sujetos que describían su trauma (tanto el acontecimiento como las emociones experimentadas) necesitaban acudir en menor medida a las consultas médicas que un grupo control.
A esta investigación le han seguido muchas otras y parece que, en general, se demuestra su efectividad.
Manejar el dolor crónico
Si te sientes identificado en este post, padeces de dolor crónico y te cuesta gestionarlo y manejarlo, te aconsejamos que complementes tus visitas a médicos con terapia psicológica centra en el dolor crónico. Podemos ayudarte. Ponte en contacto con nosotros.