Obesidad infantil 

La obesidad infantil es, desde hace más de 25 años, uno de los temas de mayor interés y preocupación para los investigadores de Psicología de la Salud.

Razones que justifican tal interés se pueden encontrar en la cantidad de niños afectados por este problema (en España un 26.3% de niños tienen obesidad)  y los problemas de salud que produce el exceso de peso. El sobrepeso y la obesidad son un exceso de grasa acumulado en el organismo.

El conocido Índice de Masa Corporal (IMC) sufre importantes cambios a lo largo de la infancia y la adolescencia. Asciende rápidamente a lo largo del primer año de vida, posteriormente desciende hasta la época de los 5 ó 6 años, a partir del cual vuelve a aumentar hasta la pubertad.

Otro aspecto muy importante en la obesidad infantil es conocer el gasto energético del niño ya que es un elemento importante para proporcionar al niño una alimentación ajustada a sus necesidades metabólicas.

Así podemos diferenciar entre niños sedentarios, que son aquellos que realizan la mayor parte de sus actividades sentados, niños poco activos, donde la actividad física que realizan se limita a desplazarse caminando o a jugar con los amigos; niños activos, los cuales practican algún deporte con regularidad y por último niños muy activos que practican deporte a un nivel de competición, con entrenamientos exigentes.

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PRINCIPALES CAUSAS DE LA OBESIDAD INFANTIL

  • El número de horas delante de la televisión y de los videojuegos/redes sociales. Comer y sentarse delante de la tele son conductas que tienden a fortalecerse mutuamente. Si el niño se acostumbra a comer delante de la televisión, el hecho de estar delante de ella llega a ser agradable, aunque lo que esté viendo no sea de su agrado o interés, en esos momentos disfruta de la comida.
  • Comer par aliviar el aburrimiento y el malestar emocional. Los estados emocionales tienen un efecto muy importante sobre la ingesta de alimentos. Así, es importante educar a los niños para que aprendan a superar los momentos de aburrimiento de la vida, momentos de tristeza y/o ansiedad sin recurrir de manera continuada a la ingesta de alimentos.
  • Falta de actividad física. Aunque la práctica únicamente de ejercicio físico no es suficiente para perder peso, realizar ejercicio diario sí resulta fundamental para prevenir la ganancia de peso. Así, la actividad física moderada en niños amortigua el apetito, y sirve también para controlar los estados emocionales como pueden ser la ansiedad, el desánimo o  el aburrimiento.
  • Alimentación inadecuada. Es aconsejable fomentar en los niños desde pequeños una alimentación no demasiado calórica y que contenga la proporción de nutrientes adecuada para facilitar el control del peso. Esto supone establecer una alimentación variada y saludable que debe incorporarse al estilo nutricional de toda la familia y en el que ningún alimento quede prohibido.
  • Comer solo y abusar de las chucherías. Es recomendable comer en familia y no hacerlo solo desde tan pequeños. Comer y cenar con la familia está asociado a patrones de ingesta más saludables, incluyendo un mayor consumo de fruta y vegetales, menos consumo de bebidas azucaradas y más fibra.
  • Un número de horas de sueño insuficiente. La falta de sueño se asocia con el incremento del IMC, particularmente en los niños que ven la televisión o juegan a videojuegos hasta muy tarde. Es aconsejable conseguir un hábito de sueño suficiente y regular.
  • Saltarse el desayuno. Los niños y adolescentes que no desayunan a diario tienen mayor probabilidad de padecer sobrepeso. Aunque muchos niños no tengan hambre al levantarse, es imprescindible realizar el desayuno, sino más se incrementa el consumo de snack y otros alimentos calóricos entre horas.
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