TICS EN LA INFANCIA. ¿Debo preocuparme si mi hijo tiene TICS?
De pronto un día comienzas a observar que tu hijo tiene tics, empieza a parpadear rápidamente y nosotros, como padres y sin poder evitarlo, nos empezamos a preocupar.
¿QUÉ SON LOS TICS?
Son movimientos involuntarios, rápidos y súbitos propios de la infancia y la adolescencia. Pueden ser:
- Motores: parpadeo, fruncir el ceño, giro de cuello, encogimiento de hombros, etc.
- Fonatorios: carraspeo, olfateo, aclaramiento de garganta, chillidos, etc.
La intensidad, la frecuencia y la diversidad de los tics se combinan y dan lugar a cuadros con amplio espectro de gravedad.
¿SON FRECUENTES?
Sí, son el trastorno del movimiento más frecuente en la etapa infanto-juvenil. Los tics afectan hasta el 25 % de los niños, y son de 3 a 4 veces más frecuentes en varones.
Suelen aparecer hacia los 6-7 años, pero la primera fase de la adolescencia suele ser el período de mayor gravedad. En la mayor parte de los casos se registra una disminución o incluso desaparición de los tics a lo largo de los primeros años de la edad adulta.
¿POR QUÉ APARECEN?
Hay múltiples causas, con componente genético además del ambiental y/o psicológico. Algunas posibles causan son:
- Factores perinatales: bajo peso al nacer, parto prematuro, estrés en el embarazo, parto con fórceps, consumo de alcohol y tabaco.
- Factores psicológicos: los tics aumentan en momentos de estrés, fatiga o falta de sueño.
- Factores ambientales: la sobreestimulación ambiental (videojuegos, excesivas horas de televisión) exacerban los tics.
- Factores autoinmunes e infecciosos.
¿CÓMO SE DIAGNOSTICA?
El diagnóstico se basa fundamentalmente en la historia clínica, la historia familiar y en la exploración física y neurológica del niño, siendo también útiles las entrevistas diagnósticas estructuradas.

TRAS UNOS TICS, ¿PUEDE HABER ALGO MÁS?
En la mayoría de los casos los tics son benignos y autolimitados, es decir, no suponen ningún problema y terminarán por desaparecer a medida que el niño crezca.
Sin embargo, conviene hacer una correcta evaluación del niño, ya que en algunos casos pueden ir asociados a trastornos mentales infantiles más graves, siendo los más habituales el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o el Trastorno de Guilles la Tourette.
En el caso de los tics oculares, es recomendable hacer una exploración oftalmológica para descartar defectos de visión, conjuntivitis alérgica o la presencia de un cuerpo extraño, entre otros.
¿EXISTE ALGÚN TRATAMIENTO?
El tratamiento de los tics se compone de psicoeducación, tratamiento psicológico y tratamiento farmacológico, según su gravedad y la repercusión en el día a día del niño.
“Pero ¿quieres parar ya de cerrar los ojos que me estás poniendo nervioso?”
¿Os suena? Pues debemos evitar este tipo de comentarios, a través de los que sólo conseguimos añadir presión al niño y empeorar la situación.
Los tics son involuntarios, y aunque se pueden trabajar, añadir más carga a la situación no ayuda, les frustra, les puede afectar la autoestima y les hace sentir peor.
- Ante un caso de tics leve, únicamente conviene vigilar para descartar otro trastorno asociado o evitar que aumenten en gravedad.
- Cuando los tics son el principal problema y son leves a moderados, el tratamiento debe ser psicológico, a través de la psicoeducación y una terapia de orientación cognitivo-conductual.
- Ante un cuadro de tics moderado a grave, puede llevarse a cabo un tratamiento farmacológico, de forma supervisada por un especialista y sin dejar de atender a posibles efectos secundarios. El tratamiento farmacológico debería reservarse para los casos que provocan problemas de adaptación, dolor, o cuando suponen una fuente de sufrimiento para el niño o el adolescente.
En definitiva, los tics son frecuentes en niños y adolescentes. En la mayoría de casos desaparecen esporádicamente y lo más importante es que los padres adquieran conocimiento sobre el trastorno y observen su evolución.
No obstante, los tics graves y que se prolongan en el tiempo merecen ser estudiados ya que pueden ir asociados a trastornos más graves como el TOC y el TDAH.
Es por ello que el manejo de estos niños, en muchos casos es multidisciplinar: pediatra, psicólogo y psiquiatra.
En INVESTE disponemos de un equipo de profesionales dispuestos a ayudarte, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.